El taxi de Barcelona Convoca 5 días de paros

El taxi es muy combativo pero son pocas las ocasiones en las que la sangre fluye por el río. Las reivindicaciones del sector han derivado en agrias discusiones con el Instituto Metropolitano del Taxi (IMT) y, sobre todo, en batallas entre las propias organizaciones del colectivo. Ahora, el último frente abierto es la demanda de regulación horaria para conseguir que haya menos coches recorriendo la ciudad a la vez. El Sindicato del Taxi de Catalunya (Stac) y la Unión de Taxistas Autónomos Metropolitanos (UTAM) han llegado al límite de su paciencia y han convocado cinco jornadas de paro -los días 20 y 28 de octubre y 5, 15 y 23 de noviembre- para demostrar que el «silencio administrativo» les lleva «irremediablemente» a la movilización. La idea es apagar el verde durante ocho horas, entre las seis de la mañana y las dos de la tarde, e intentar hacerse notar en los puntos calientes de la ciudad, como el aeropuerto o la estación de Sants.
Estas dos organizaciones proponen que el taxímetro se pare a las 12 horas de trabajo, en el caso de los autónomos, y a las 16 horas, en el caso de los asalariados (coches a doble turno). Esto lograría, en palabras del presidente del Stac, Luis Berbel, «reducir los 600 o 700 coches que hay de más circulando por Barcelona y rebajar un poco la situación catastrófica que vive el sector del taxi».
La regulación del taxímetro ya funciona en Bilbao y debería haber empezado a hacerlo en octubre en Valencia. Aquí, problemas técnicos al convertir los taxímetros han retrasado, posiblemente hasta enero, el inicio de la medida. El gerente del IMT, Miguel Ángel Martín, siempre ha defendido que no se tomará una decisión hasta que se valore cómo funciona la iniciativa en Valencia.
Tanto el Stac como la UTAM consideran «absurdo» que se intente comparar los dos casos y reclaman «medidas propias» para ayudar a los taxistas de Barcelona. Raúl Aldehuela, presidente de la UTAM, considera «impresentable» que nadie les haya dicho nada desde que hicieron pública la propuesta en julio. «No pretendemos hacer ninguna protesta salvaje, pero lo que tampoco podemos hacer es quedarnos de brazos cruzados», concluye Aldehuela.